martes, 18 de abril de 2006

Rut

Rut respondió:

No me ruegues que te deje
y me aparte de tí,
porque dondequiera que tu vayas, iré yo,
y dondequiera que vivas, viviré.
Tu pueblo será mi pueblo
y tu Dios, mi Dios.
Donde tu mueras, moriré yo
y allí seré sepultada.
Traiga Jehová sobre mí
el peor de los castigos,
si no es solo la muerte
lo que hará separación entre nosotras dos.
Rut 1:16-17

Estos versículos me hicieron reflexionar una vez más lo que significa la fidelidad. Dios cuando moldea algo en mi vida lo hace sin cesar, y va puliendo el carácter como quiere.
La semana pasada fue diferente porque no pasé tiempo con Dios. Y hasta ayer no se rompió esa barrera que me impedía estar a los pies de mi Dios. Lo buscaba y no lo hallaba. No tenía palabras... me sentía tan mal. En mi corazón había una pelota de desgana, tristeza, angustia etc... Y con nada salía, hasta que me dí cuenta, que mi enamorado me estaba llamando y que no estaba atenta a la voz de su murmullo, y que no estaba siendo sensible a su llamado, sino a lo que yo quería. Anoche dije... "Señor, ni un minuto más así... no sé cómo pero ayúdame, te necesito, sin tí me muero, soy consciente que te necesito, que si me faltas tu me falta el aire". Y permanecí mucho tiempo callada. No había palabras... no podía hablar, pero dejé que Dios se revelara. Y poco a poco en mi corazón me decía que tenía que empezar a pedir perdón por todo lo que se me pasara por la mente. Y así hice. Me fui sintiendo mucho mejor y ese muro enorme fue destruido. Hoy vuelvo a sentirlo como antes, y es como si hubiera renovado nuestro pacto de amor.

El texto de rut es porque me enseña lo que significa la fidelidad. Ella prometió no separarse de Noemí hasta la muerte. Dejó a un lado todas las cosas importantes para una mujer de ese tiempo: tener un marido e hijos por seguir a su suegra. Y con Dios pasa igual. Las cosas importantes de este mundo no son nada en comparación con lo grande y maravilloso que es Dios, y cuando lo dejamos todo a un lado por estar con él, y no me refiero solo a las cosas terrenales, sino a nuestro propio yo y pensamientos, entonces nos bendice mucho más abundantemente de lo que jamás pudieramos imaginar. Así pasó con Rut, al final por su muestra de amor Dios le concedió los deseos de su corazón y la guió hasta el lugar de las grandes bendiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario