lunes, 24 de abril de 2006

Llevo unos días chungos. No me identifico conmigo misma, una de las razones porque no suelo ser yo la que necesite ayuda o esté triste y con desánimo, sobre todo porque siempre fui yo la que alenté a otros a seguir adelante. Hoy oré a Dios y le pedí que me mostrara que me quiere enseñar en este tiempo. Me siento como si tuviera una herida en mi pecho que aunque ya no sangra duele la cicatriz. Ahora es cuando más estoy pensando en el mes de febrero y cuando más hecho de menos a mi Padre. Este mes estuve intentando hacerme la fuerte, pero me doy cuenta que yo no puedo sola. Que aunque mis palabras declaren esperanza y mi boca una sonrisa, por dentro me hiere la amargura.
Por eso hoy cuando hice mi devocional me dí cuenta que Dios me ha enseñado a ser fiel pase lo que pasey que ahora es tiempo de buscar su gozo.

Hechos 8:26-40. Eran días de persecución, de tristeza. Acababa de morir Esteban. Estaban en un ambiente de injusticias, muertes, incomprensiones. Sin embargo Dios estaba actuando y su mano estaba sujetándolo todo, incluso a Saulo que en esos momentos aprobaba todas esas cosas pues Dios tenía un plan perfecto hasta con el más desalmado.

v.2"E hicieron gran llanto por él"
v.23 "Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás".
Muchos estaban perdiendo a sus familiares más queridos, a personas que amaban, otros tenían que abandonar todo lo que tenían por seguir a Jesús.
Pero eso era lo material. Espiritualmente estaba ocurriendo algo increíble y nuevo a su vez. Era la mano de Dios, el poder de su presencia, el Espíritu Santo que les daba la claridad de ver que todas las cosas pasan a un segundo plano cuando tenemos la mirada puesta en Dios. Entonces ocurrían milagros, Dios estaba actuando de una manera sobrenatural sobre ellos por cuanto estaban dispuestos a sufrir y a ser moldeados cueste lo que cueste.

v.8 "Así que había gran gozo en aquella ciudad".
"El Espíritu del Señor arrebató a Felipe y el eunuco no lo vió más, y siguió gozoso su camino"
Hoy le pido a Dios que esos momentos felices como ayer en la iglesia cuando le cantaba y adoraba en alabanza sean perpetuos en mi vida, en cada momento. En Hechos, el Espíritu Santo estaba revelándose continuamente y estaba poniendo un fuego increíble en los corazones para que nada fuese más importante que Jesús. Y hoy Dios no ha cambiado. Y me llena de gozo tener esa presencia que me devuelve el aliento y las esperanzas.

Josue 5 y 6.
Eran tiempos de preparación para lo que Dios quería hacer con Israél. Tuvieron que pasar por el dolor de una circunsición, espera, de un largo camino para poseer la bendición. Me apasiona el pasaje de la toma de Jericó. Iban mirando al frente, confiados no en sus propias fuerzas sino en las que provienen de lo alto.
Cuando me imagino esos siete días al pueblo dando vueltas a la ciudad y veían esa gran muralla me asombro de su perseverancia. No pensaban en cómo ni cuando Dios les iba a dar la tierra, sino que ya la hacían suya. Me hizo llorar esto:

"Aconteció que estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio a un hombre que estaba delante de él, con una espada desenvainada en su mano. Josué se le acercó y le dijo:
-¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?
-No- respondió él- sino que he venido como Príncipe del ejército de Jehová".

Y Dios así también lo veo conmigo. Y eso me hizo llenar de gozo. Mi Príncipe está conmigo y no estoy sola en esta batalla.

Job. 23

"Mas él conoce mi camino
si me aprueba saldré como el oro.
Pero si decide una cosa
¿quién lo hará cambiar?
Lo que desea, lo realiza.
El pues, llevará a término
lo que ha decidido en cuanto a mí,
y muchas cosas semejantes que tiene en su propósito".

Y su fé no se debilitó sino que aún cuando todo le fue despojado y se le rompieron todos los planes, alabó a Dios y se gozó en él y en su propósito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario