Imagina que tienes un bebé en tus brazos. Uno que nace de tus entrañas, el cual desde que te dieron la noticia de su existencia has esperado con impaciencia hasta su nacimiento. Has colmado de ilusión, le has guardado una habitación preciosa solo para él, para cuando nazca. Y cuando ves su rostro te llenas de gozo y alegría, lo abrazas y dices "eres precioso, te quiero, te amo" Y lo acaricias y juegas con él porque es tu tesoro.
Entonces cumple dos añitos, tres, cuatro... Y a veces no se porta como te gustaría. Empieza a hacer cosas que te disgustan... Un día hace algo que te hiere, te hiere tanto que es como un puñal en tu corazón. Pero no deja de ser tu hijo, no dejas de amarlo porque no puedes, porque es tu hijo.
Un día te hace un dibujo, un dibujo con cuatro garabatos y te dice "para tí papi... porque te quiero mucho" Y entonces tu corazón se derrite como la mantequilla y olvidas todo aquello pasado que no te gustó, y lo coges en tu regazo y te dan ganas de llorar por ese pequeño gesto que hace que tu corazón se agrande de infinito amor.
Así es Dios contigo, conmigo. Y te ama pese a todo porque eres su creación. Eres su hijo/a y aunque le hayas fallado muchas veces, él no te deja de amar. Para él una palabra tuya de amor es el regalo más grande que le puedas hacer.
Se acerca su cumpleaños...
tu historia realmente es muy breve pero precisa para darnos un mensaje que por lo menos a mi me llego y si no te molesta se lo quiero enviar a mi amigos.
ResponderEliminar